LA RECOMPENSA
PRUEBA DE UN ALMA
AMORES ROMÁNTICOS
MADRID
1896
MADRID
FERNANDO FE, LIBRERO
2. C. de S. Jerónimo
| La recompensa |
| La prueba de un alma. |
| Amores románticos. |
Cuando los novelistas franceses reúnen varios trabajos cortos en untomo, le ponen por título el de la obrilla que va impresa en primerlugar; costumbre aquí seguida por algunos y censurada por no pocos, loscuales alegan que engolosinar al público con una portada que parece denovela formal y darle luego una docena de cuentecitos es hacerlevíctima de un engaño. Para que no puedas—lector amigo—echarme en carala misma acusación, te advierto de que estas Tres Mujeres, no sonotros tantos tipos femeninos presentados en una sola y larga acciónnovelesca, de aquellas en que se pintan las costumbres y se estudian laspasiones, sino tres figuras abocetadas en narraciones cortas, donde loimaginado para entretenerte algún rato, pesa más que lo observado paramoverte a pensar seriamente en las cosas graves de la vida.
Deseando hacerlas agradables a tus ojos, el editor ha vestido yadornado a estas Tres Mujeres mejor de lo que merecen, dándoles enropajes y galas lo que les falta de belleza. Premia su trabajo, perdonael mío, y como no creemos ser malos, ambos quedaremos agradecidos.
J. O. Picón
Junio 1896
En cierto colegio monjil de las cercanías de Madrid había hace más deveinte años dos educandas que se querían muchísimo. El sentimiento deamistad que los unía nació merced a circunstancias extraordinarias de lasituación de ambas, fue favorecido por sus caracteres y acabó deconsolidarse en la batalla de la vida.
La mayor, que se llamaba Susana, tenía diez y seis años: era huérfana depadre y madre y dueña de una gran fortuna. Un tío, que le servía detutor y curador, se la confío a las monjas, quienes, sabedoras de lariqueza de la niña, procuraron ante todo despertar en ella vocaciónreligiosa; mas persuadidas pronto de que no era catequizable, pusierongran empeño en educarla de modo que su ilustración y buenos modalesredundaran en honra del convento. Gracias a la inteligencia de Susana,las madres vieron coronados sus desvelos por el resultado máslisonjero. Era primorosa en cuantas labores ponía mano, escribíaadmirablemente, pintaba flores con gusto de artista, cantaba como unángel, bordaba como una madrileña del siglo XVII, hablaba francés comosi hubiese nacido en Orleans, y finalmente, para cuanto fuese brillar,lucirse y cautivar, tenía maravillosas aptitudes, gracia irresistible yatractivos de gran señora.
Según unos, porque el tutor quería seguir con la administración de losbienes, y según otros, porque deseaba para la pupila brillante ycompleta educación, era cosa resuelta entre aquel caballero y lasrespetables madres que Susana permaneciese en el convento hasta los diezy ocho años. Gentes menos maliciosas afirmaban que, dada la belleza dela colegiala, lo que el tutor procuraba era recogerla lo más tardeposible, sabiendo que no hay nada tan difícil de guardar, dirigir yencarrilar, como una mujer rica y bonita.
La segunda educanda tenía u