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Hay en este ligero cuadro lo que más debe
gustar generalmente: novedad y naturalidad.
G. de Molène
Es innegable que las cosas sencillas son
las que más conmueven los corazones
profundos y los grandes entendimientos.
Alejandro Dumas
En noviembre del año de 1836, el paquebote de vapor Royal Sovereignse alejaba de las costas nebulosas de Falmouth, azotando las olas consus brazos, y desplegando sus velas pardas y húmedas en la neblina, aúnmás parda y más húmeda que ellas.
El interior del buque presentaba el triste espectáculo del principio deun viaje marítimo. Los pasajeros amontonados luchaban con las fatigasdel mareo. Veíanse mujeres en extrañas actitudes, desordenados loscabellos, ajados los camisolines, chafados los sombreros. Los hombres,pálidos y de mal humor; los niños, abandonados y llorosos; los criados,atravesando con angulosos pasos la cámara, para llevar a los pacientesté, café y otros remedios imaginarios, mientras que el buque, rey yseñor de las aguas, sin cuidarse de los males que ocasionaba, luchaba abrazo partido con las olas, dominándolas cuando le oponían resistencia,y persiguiéndolas de cerca cuando cedían.
Paseábanse sobre cubierta los hombres que se habían preservado del azotecomún, por una complexión especial, o por la costumbre de viajar. Entreellos se hallaba el gobernador de una colonia inglesa, buen mozo y de