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L A   C I T A

DEL MISMO AUTOR
(PUBLICADAS POR ESTA CASA EDITORIAL)
NOVELAS
EL OTRO (2.ª edición)3,50
LA OPINIÓN AJENA3,50

EDUARDO ZAMACOIS

LA CITA

NOVELAS

colofón—RENACIMIENTO
MADRID

RENACIMIENTO

Pontejos, 3.

1913

ES PROPIEDAD

ESTABLECIMIENTO TIPOGRÁFICO EDITORIAL.—PONTEJOS, 3.

La cita
Rick
El collar
El hijo

LA CITA

I

Tras un largo mirar interrogante, lleno de conmiseración maternal, laactriz añadió:

—¡Ay, Ricardo!... ¿Por qué serás así? ¿Por qué no resignarte y hallaralegría en lo que tienes? ¿Por qué lo ajeno te admira, y lo tuyo, que ámás de un descontentadizo haría dichoso, sólo te inspira hastío ydesdén?...

Calló, y su voz débil, en la que hubo, juntamente con un desesperadoanhelo de persuasión, la seguridad íntima de no conseguir nada, fuésuplicante como el gesto de una mano mendiga.

Ricardo Villarroya adoptó en la butaquita donde estaba sentado unaactitud más cómoda. Lanzó un suspiro. Sus cejas fuertes se arquearonsentimentales bajo la frente descollada y alta.

—¿Qué quieres?—dijo—, uno es... como nació. En medio de nuestrasinconsecuencias aparentes, todos somos perenne y fatalmente esclavos denosotros mismos. Lo disparatado obedece á leyes precisas; la existenciamás aventurera, más incongruente, más copiosa en funambulescosaltibajos, es ordenada como el vivir del campesino que jamás rebasó loshorizontes avaros de su lugar. Lo raro no existe; lo raro, mi pobreFuensanta, es la palabra con que enmascaramos lo que no sabemos, laexplicación frívola de las concatenaciones ocultas que no adivinamos.Todo tiene su por qué; los mismos locos son, á su modo, discretos; elDestino es un tratado de lógica...

—¿Por lo visto, renuncias al propósito de redimirte?

—Completamente; soy un incurable.

Había cruzado una pierna sobre otra y bajó la cabeza, complaciéndosedistraídamente en aplastar la ceniza de su cigarro contra la suela de subota de charol; sus ojos se apagaron, las comisuras de sus labiosdescaecieron sin ilusión tras las guías viriles del bigote, y unaintensa expresión de melancolía nubó su frente, envejecidaprematuramente por el trabajo.

Era un hombre de treinta y cinco años, membrudo y alto, cuyos cabellosrojos, cortados militarmente al rape, dibujaban francamente las líneasde una cabeza grande, de ángulo facial muy abierto, terca, cualpredestinada para heroicos y duraderos combat

...

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