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BUENOS AIRES
1919
Derechos reservados.
Imp. de La Nación.—Buenos Aires
| Capítulos: I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX, X, XI, XII, XIII, XIV, XV, XVI, XVII, XVIII, XIX, XX, XXI, CONCLUSIÓN |
En los tiempos en que las ruecas zumbaban activamente en las granjas, enque las mismas grandes damas, vestidas de sedas y encajes, tenían suspequeñas ruecas de encina lustrada, a veces se veía, ya sea en loscaminos de los distritos apartados, ya sea en el seno profundo de lascolinas, a ciertos hombres pálidos y enclenques que, comparados con lasgentes vigorosas de los campos, parecían ser los últimos vestigios deuna raza desheredada.
El perro del pastor ladraba furioso cuando uno de esos hombres defisonomía extraña aparecía en las alturas, y su fisonomía extraña sedestacaba negra sobre el cielo, en el ocaso breve del sol de invierno;porque, ¿a qué perro no incomoda una persona encorvada bajo el peso deun fardo? Y aquellos hombres pálidos rara vez salían de su aldea sinaquella carga misteriosa.
El propio pastor, bien que tuviera buenas razones para creer que labolsa sólo contenía hilo de lino, si no largas piezas de lienzo tejidascon ese hilo, no estaba muy seguro de que aquel oficio de tejedor, porindispensable que fuera, pudiera ejercerse sin el auxilio del espíritumaligno.
En aquella época remota, la superstición acompañaba a todo individuo o atodo hecho un tanto extraño. Y para que una cosa pareciera tal, bastabaque se repitiera periódica o accidentalmente, como las visitas delbuhonero o del afilador.
Nadie sabía dónde vivían aquellos hombres errantes, ni de quiéndescendían; y, ¿cómo podría decirse quiénes eran, a menos de conocer aalguien que supiera quiénes eran su padre y su madre?
Para los campesinos de antaño, el mundo, más allá del horizonte de suexperiencia personal, era una región vaga y misteriosa. Para supensamiento, que se había quedado estacionario, una vida nómada era unaconcepción tan obscura como la existencia, durante el invierno, de lasgolondrinas que volvían en primavera. Pero el extranjero que seestablecía definitivamente entre ellos, si procedía de una regiónlejana, no dejaba nunca de ser mirado con un resto de desconfianza. Estacircunstancia hubiera hech